domingo, 22 de marzo de 2009

No es un adiós, sólo un hasta luego.

Entonces se miraron a los ojos, y sostuvieron la mirada durante un instante, sin decir nada. Las palabras ya no eran necesarias. Se abrazaron una última vez. Ella subió en el coche, y el le cerró la puerta. Se quedó inmóvil mirando como se alejaba el coche, hasta que desapareció de su vista. Algo de su ser se iba en ese coche. Entró de nuevo en casa y acarició a los perros por inercia. Ese día comenzaba una nueva Primavera.

1 comentario:

Ana_Rascallu dijo...

Ais q don iceman se nos ha enamorado... ohhhh q potito!!! Como el q le doy a Sergio de vez en cuando :DDDD