lunes, 27 de julio de 2009

Rescates.

Como “friki” tengo algunos hobbies un tanto especiales, y uno de ellos es la detección de metales.

Desde niño fue algo que me atraía. Recuerdo un programa juvenil donde alguien perdía un anillo en su jardín, y unos chavales con vocaciones científicas creaban un detector de metales a partir de una radio. El mecanismo era muy simple, puesto que hacían un aro con la antena, que eso hacía de plato. Sintonizaban una emisora, y rastreaban el suelo. Cuando la emisora emitía interferencias es porque pasaba sobre un objeto metálico que las provocaba. Así encontraron el anillo.

Años mas tarde pude ver un aparato de esos caseros, fabricado por el padre de un amigo, aunque nunca le pregunté si funcionaba bien.

Recuerdo algo que me motivó lo vi en la tele también. El programa era “Esto es increíble” y relataba la historia de unos motoristas que sufrían un accidente y perdían un anillo, rastreaban la zona con un detector, sin éxito. El anillo lo encontraron años después tras esa misma persona sufrir un accidente idéntico en esa zona y se lo encontró. ¿Increíble verdad? Pues por eso se llamaba así el programa, si no se llamaría “Esto son chorradas”.

Al final mis sueños de niño se convirtieron en un hobbie de adulto, y me compré uno con un amigo. Luego me compré mas y mejores con el paso del tiempo.

Ya explicaré con mas detalles como es el hobbie de detectar, hoy mi historia se centra en un par de rescates efectuados con el detector.

El primero ocurrió después de la Noche De San Juan, noche de gran desmadre en la playa donde la gente suele perder el dinero, y es divertido salir a buscar porque siempre te vuelves con algo en los bolsillos.

Rastreando la arena con una amiga, vino una pareja joven, la chica preocupada, y me contó que había perdido un anillo de oro, era de su madre, y que si volvía a casa sin el anillo le iba a caer una buena. Me pidió si podía hacerle el favor de buscárselo, y yo accedí. Al cabo de recorrer un par de kilómetros de playa, fuimos a la zona donde me dijo que lo había perdido. Le dije que haría lo que pudiese, pero que no le prometía nada, puesto que hay mucha basura que se confunde con el oro, y es difícil encontrar oro. Tuvo suerte, al cabo de cuatro blancos salió un precioso anillo de oro con forma de mariposa. Se le iluminó la cara, no se lo creía, se puso muy feliz y de recompensa me dio 20 euros. Aparte de los 20 euros del rescate encontré otros 18 mas, así que la tarde me salió rentable.

El segundo rescate fue mas personal, puesto que se trataba del reloj de mi hermano. Un Tag Heuer de edición limitada, valorado en mas de 2000 euros, y con gran carga emocional para mi hermano. Lo perdió dentro del mar, cuando al saltar de su barca le pegó un golpe y se fue al fondo. Lo estuvo buscando durante horas sin éxito, así que días mas tarde cuando pude, nos acercamos con otro detector acuático que tengo. Estuvimos mas de tres horas buscando el reloj por la zona, con un oleaje agotador y un Sol implacable, no tuvimos éxito tampoco. Fuimos dos días mas tarde, de madrugada, para encontrar la playa mas tranquila de gente y de oleaje, puesto que por las mañanas suele estar mas tranquila. Mas de tres horas buscando sin éxito, preguntando en que fallábamos. ¿Lo habrían encontrado ya? ¿Estaría en agua mas profundas? ¿Fallaba el detector?.

Decidimos dejar la búsqueda para otro día de la semana siguiente, y salimos en línea recta hacia la orilla. Mi hermano comentó que quizás la corriente lo había sacado hacía la costa, pero le dije que para eso tendría que pasar mucho tiempo, puesto que para eso puede pasar incluso años. Sonó el detector, puesto que lo llevaba encendido aprovechando el tramo que salíamos. Pensé “al menos a ver si nos vamos con un euro en el bolsillo y no chapas y clavos.” Me arrodillé a ver si lograba palpar con la mano puesto que la pitada era superficial. No había nada. De rodillas el agua me llegaba por el cuello, y no podía cavar mas con la mano. Clavé mi “scoop”, una especie de pala especial para buscar dentro del agua, y mi hermano miró dentro. Dijo “Luis, es el reloj”.

Yo dije que no me gastase bromas, pensaba que me estaba devolviendo una que le había gastado anteriormente al sacar un plomo de pescar, pero no, tenía razón.

Habíamos encontrado el reloj, en unas circunstancias increíbles. A mas de 10 metros hacia la costa de donde lo había perdido, a un palmo de profundidad en la arena, y casualmente por donde habíamos decidido salir, en una franja de mas de 20 metros de ancho que es por donde lo perdió. No nos lo creíamos, era imposible tanta casualidad, pero ahí estaba, con la cadena reventada por el golpe, pero entero. Al rato empezó a funcionar, puesto que no va a pilas, es kinetic.

Cuando ya no habían esperanzas lo encontramos, recuperando el reloj y dándonos una historia increíble para contar.

Paco236